Cuento de adas
馃尭 La Princesa y la Cascada de las Hadas 馃尭
Hab铆a una vez, en un reino escondido entre monta帽as de esmeralda y bosques encantados, una princesa llamada Isadora. Ten铆a el cabello dorado como el sol y ojos tan azules como el cielo despu茅s de la lluvia. Pero lo m谩s especial de Isadora no era su corona, ni su castillo, ni su vestido de seda que brillaba como las estrellas. Lo m谩s especial era su coraz贸n curioso y valiente.
Isadora amaba las historias. Sobre todo, las que hablaban de magia, criaturas misteriosas y mundos invisibles. Desde muy peque帽a, su nana le contaba leyendas de un lugar secreto llamado La Cascada de las Hadas, donde el agua cantaba y los deseos verdaderos se hac铆an realidad.
—Pero nadie ha llegado hasta all铆 —dec铆a su nana mientras bordaba—. Est谩 protegida por los encantos del bosque. Solo quienes son guiados por un hada pueden encontrarla.
Isadora, que ten铆a ya doce a帽os, decidi贸 que ella ser铆a la primera princesa en hallar la cascada.
Una ma帽ana, antes del amanecer, se puso su capa azul, meti贸 pan y miel en una cesta, y sali贸 en silencio por la puerta del jard铆n. El bosque despertaba con el canto de los p谩jaros, y el roc铆o brillaba en las hojas como diamantes diminutos.
—¡Estoy lista para la aventura! —dijo Isadora, con el coraz贸n latiendo fuerte.
Camin贸 durante horas, cruzando puentes de madera, esquivando ramas y saludando a los conejos que saltaban entre los arbustos. Pero no encontraba rastro de ninguna cascada… ni de hadas.
Justo cuando empezaba a pensar en regresar, un brillo rosado ilumin贸 un rinc贸n del bosque. Una peque帽a criatura, como una chispa con alas, flotaba en el aire.
—¿Est谩s perdida, princesa? —dijo una voz dulce.
—¡Eres un hada! —exclam贸 Isadora.
—Me llamo Liri, y s铆, soy un hada del bosque. Te he estado observando desde que entraste. Tienes un coraz贸n valiente… y curioso.
—¿Puedes llevarme a la Cascada de las Hadas?
Liri gir贸 en el aire como si danzara.
—Solo si respondes una pregunta: ¿Por qu茅 deseas verla?
Isadora lo pens贸 un momento y respondi贸:
—Porque quiero saber si la magia es real. Y porque quiero pedir un deseo.
Liri sonri贸.
—Eso es suficiente. S铆gueme.
Volaron —bueno, Liri vol贸, e Isadora corri贸 detr谩s— por senderos ocultos, pasando 谩rboles que se mov铆an como si respiraran, y flores que susurraban canciones. Finalmente, llegaron a un claro cubierto de niebla.
Entonces, Isadora escuch贸 algo.
Un canto.
Era un murmullo suave, como miles de campanitas tocando al mismo tiempo. La niebla se disip贸 y, ante sus ojos, apareci贸 la cascada m谩s hermosa que jam谩s imagin贸. El agua ca铆a en hilos de cristal desde una monta帽a cubierta de musgo dorado, y cuando tocaba la laguna, se encend铆a con luces de todos los colores del arco铆ris.
—Bienvenida a la Cascada de las Hadas —dijo Liri.
Cientos de hadas revoloteaban alrededor, riendo, jugando, dejando estelas de polvo brillante. Algunas tej铆an coronas de flores, otras hac铆an burbujas que no explotaban, y unas cuantas cantaban con las aves.
Isadora se acerc贸 a la orilla.
—¿Puedo pedir mi deseo ahora?
Liri asinti贸.
—Pero recuerda: los deseos del coraz贸n verdadero no siempre se cumplen como uno espera.
Isadora cerr贸 los ojos y pens贸 en su reino. En su gente. En las aldeas que hab铆an sufrido una sequ铆a ese verano. Y entonces dese贸, con todas sus fuerzas:
"Deseo llevar un poco de esta magia a casa, para ayudar a mi pueblo."
La cascada brill贸 intensamente. Un rayo de luz sali贸 del agua y envolvi贸 a Isadora. Cuando abri贸 los ojos, ten铆a en sus manos una peque帽a piedra azul, redonda como una l谩grima.
—Esto es una Gota de la Cascada —dijo Liri—. Tiene el poder de llamar a la lluvia cuando el coraz贸n de quien la usa es puro.
Isadora se despidi贸 de las hadas, agradecida y emocionada. El camino de regreso fue m谩s corto. A medida que sal铆a del bosque, los 谩rboles parec铆an hacerle una reverencia silenciosa.
Al llegar al castillo, su padre el rey, su madre la reina, y todo el reino la esperaban, preocupados por su ausencia. Isadora les cont贸 su historia, y aunque algunos no creyeron en las hadas ni en la cascada, no pudieron negar lo que ocurri贸 despu茅s:
Esa misma noche, cuando Isadora sostuvo la piedra azul sobre su coraz贸n y pens贸 en su deseo, la lluvia comenz贸 a caer suavemente sobre los campos secos del reino. Llovi贸 durante tres d铆as y tres noches, sin truenos ni rel谩mpagos, solo gotas dulces como el canto de la cascada.
Desde entonces, cada a帽o, en el mismo d铆a, Isadora y su gente celebraban la Fiesta de las Gotas de Luz, donde ni帽os y ni帽as dejaban flores en el bosque como agradecimiento a las hadas.
Isadora creci贸, y cuando se convirti贸 en reina, gobern贸 con bondad, sabidur铆a y un poco de magia. Nunca volvi贸 a ver a Liri, pero siempre sent铆a su presencia en el viento que jugaba con su cabello o en el roc铆o que amanec铆a en su jard铆n.
Y aunque la cascada segu铆a escondida, Isadora sab铆a que la magia siempre estar铆a all铆, esperando a quien la buscara con un coraz贸n valiente.
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